El turismo empezó a repuntar post pandemia y muchos lugares de interés consiguieron cifras que se igualaron a lo que supieron tener previo al catastrófico marzo de 2020. Sin embargo, el extenso territorio argentino y la falta de alternativas genera también un interrogante para la industria aeronáutica.
Sin sistema ferroviario a nivel nacional (o con uno realmente escueto), ver prácticamente desolado al Aeroparque Jorge Newbery que es la terminal aérea con mayor cantidad de turistas anualmente, no dejó de encender alarmas al sector del turismo.
Ayer estuvimos en el aeropuerto para abordar rumbo a la capital de Entre Ríos y notamos una afluencia de pasajeros realmente baja. Si bien ahora está dividido el área nacional del internacional, que haya 8 vuelos entre las 12:00 y las 13:59 sabe a poco.
Tres Fly Bondi con destino a Trelew, Bariloche, y Salta. Dos Jet Smart, uno hacia La Patagonia y el otro a Puerto Iguazú. Y un trío de Aerolíneas Argentinas de Buenos Aires a Paraná, Santiago del Estero y Viedma. Es decir, casi la mitad de la oferta iba rumbo a Río Negro.
El Palomar cerrado, las low cost que quedaron aún con vida en Argentina operando con los vuelos que pueden, y una oferta pobrísima para un país tan largo y ancho que sigue siendo inconexo. Quien lo sufre es el turismo, pero a los que amamos viajar no deja de apenarnos.