Aerolíneas Argentinas ha sido una de las líneas aéreas que marcaba el rumbo de otras empresas durante el siglo pasado. Y en épocas muy lejanas a las que conocemos, cuando los viajes se hacían a través de un Douglas DC-6, la ruta entre Ezeiza y Nueva York duraban más de un día.
Lo que hoy se hace de un tramo y en promedio requiere 10 horas, en la década del 50 y principios del 60 se precisaba casi el triple. Con un total de 26 horas y cuatro escalas obligatorias, los pasajeros que salían de Ezeiza aterrizaban al día siguiente en la ciudad que nunca duerme.
La primera parada era en Río de Janeiro con lo cual la autonomía de casi dos mil kilómetros le permitía llegar con lo justo a la coqueta y costera localidad brasilera. Luego hacía un trayecto un poco más largo para recalar en Belem, bien al norte del país vecino.
A esa altura faltaban dos escalas y aún más de la mitad de lo realizado. De Belem, el Aerolíneas Argentinas cruzaba la línea del Ecuador, transitaba por el Caribe, y aterrizaba primero en Trinidad y Tobago. Luego lo hacía en La Habana cuando aún se podía llegar a la capital cubana y, sin problema alguno, seguir camino a Estados Unidos.
De La Habana llegaba el momento del trayecto final y así se completaba todo el vuelo desde Buenos Aires hasta Nueva York en un total de 26 horas con cuatro paradas obligatorias para abastecerse de combustible. Eran otras épocas, y la llegada del Boeing con su capacidad permitió que eso se achique notablemente.